martes, 26 de abril de 2011

“La imaginación desempeña un papel irremplazable a favor del deseo al punto de que ésta es capaz de estimular y hasta suplir a la fuerza de la razón” Spinoza

Ser diferente, ser famoso, ser exitoso, ser reconocido, ser el mejor, son sueños y visiones que mueven al SER diseñador, ya sea bajo la bandera de la tendencia, el arte, el negocio, la ayuda social o la sustentabilidad. Al diseñador le mueve un fuerte motor llamado EGO.
La imaginación por su lado, es también un motor. Nos mueve lo que imaginamos, ya sea platillo, mujer, futuro, puesto, travesura, combinación, posición, idea, descanso, café o chiste, la imaginación es el motor de la existencia humana. Los pensamientos de la imaginación tienen diferentes etiquetas, pueden ser tan solo pensamientos o pueden ser intenciones, sueños, fantasías o deseos. Es como una escala en la que los pensamientos se van graduando y el máximo galardón, ese del deseo, es cuando la razón pone el sello de posibilidad a la fantasía, o sea que la razón le dice al pensamiento que sí, que acaba de ver, escuchar o sentir algo allá afuera que hace posible que la fantasía se haga realidad y por ende, puede pasar a la escala de deseo y los deseos nos mueven mucho más que la fantasías las cual siempre se queda en el balcón de lo imposible.
Imaginación, deseo y ego en el diseñador son una combinación explosiva que nos puede llevar al logro de aquello que normalmente llamamos "éxito" y la razón es lo que supuestamente debira de darnos cierto nivel de prudencia. El problema es que muchas veces la razón de los diseñadores, aquella que debiera de hacernos poner los pies en la tierra, se emociona tanto con lo que la imaginación le cuenta, que se pone a volar igual y cuando eso sucede, cuidado socios, parejas y clientes porque lo más probable es que nos los llevemos entre las patas. Desde mi perspectiva esta es la causa por la cual a los diseñadores nos cuesta tanto ser empresarios. Nuestra razón, esa que da cautela al negocio, se embriaga de imaginación y nos vamos así, engañados por la misma en la búsqueda de nuestros sueños, hasta que de pronto ya, se acabaron recursos, sueldos, ahorros, préstamos y nos envuelven deudas y compromisos.
Una de las razones por las que en el 2001 vendí mi empresa fue precisamente porque descubrí que no era capaz de mantener una tensión entre mi razón y mi imaginación. Vender la empresa resolvió la situación, pero no me resolvió el problema que mi razón tenía en su adicción a la imaginación. Después de mucha reflexión y conversación entre ellas, resolvieron que dada su relación destructiva, no podrían vivir más juntas y hoy en mi mente solo puede vivir una. Duraron mucho de casadas y tuvieron, como todo matrimonio, buenas y malas experiencias y quiérase que no, me criaron y trajeron hasta donde estoy ahora después de más de veinte años juntas trabajando en diseño.
 El acuerdo de separación es muy simple. Mi mente solo atiende a una a la vez, y no deja que estén juntas. Razón e imaginación entran encontrándose de pasadita y su estancia esta precisamente condicionada a la circunstancia en la que me encuentro y al papel que juega la persona con la que comparto la conversación de mis proyectos; cuando la imaginación reina en el espacio, la razón vive en mi mente y cuando la razón domina, mi imaginación se crece, ambas se escuchan se cuestionan y se toleran y se regocijan cuando juntas logran el éxito de la innovación con la certeza de la razón.

viernes, 15 de abril de 2011

Bienaventurado el que nada espera, pues será sorprendido de forma exquisita. Alexander Pope

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Diseñar es prever. Somos de las pocas disciplinas que estamos dando la espalda al pasado en una eterna búsqueda por la definición del futuro en forma de belleza, de acción humana y de comportamiento y la única relación que tenemos con el pasado es precisamente que no lo queremos repetir, contrario a las demás disciplinas que basan las acciones del pasado en el aseguramiento del futuro. Si bien digo que somos seres diseñadores que lidiamos con el futuro, frecuentemente nos encontramos profundamente desilusionados porque aquello que esperábamos no resulto ser lo que esperábamos que fuera. Es una especie de pérdida de la conciencia creo. Estamos ya tan habituados a construir futuros que se nos olvida que no es posible controlar todo.

El reciente ejercicio de "Anudando historias" organizado por Circulo Cuadrado para Odabashian, fue un gran ejemplo del poder y la sabiduría del destino. Fue un ejercicio que me hizo reflexionar sobre el límite de mi previsión y la sabiduría de la circunstancia.
Mara y yo, iniciamos el proceso retando inconscientemente al destino con un diseño que nació desde la necedad, cuando ninguna de las ideas que generábamos era lo suficientemente impactante y original desde nuestra ambiciosa perspectiva de definir nuevos futuros en los tapetes. No queríamos un ejercicio gráfico ni un elemento meramente decorativo y seguimos explorando, bocetando, discutiendo y desechando ideas hasta que apareció la posibilidad. El acto del desecho es un acto de total libertad, es un acto sin consecuencia, porque en realidad al desechar una idea, estas deshaciendo compromisos, visiones y responsabilidades. En el des-echar y des-hacer; ya no está ni el hecho ni lo hecho. Decidimos entonces hacer que el diseño viniera del des-echo al retar lo que se da por sentado en un proceso de diseño que es, la definición y la previsión de la estructura formal. Era una especie de reciclado, pero no de material sino de ideas espontáneas generadas por el mismo acto de desechar. Nunca pensamos que en el instante en que estábamos arrugando la hoja, estábamos dejando al destino decidir las formas equilibradas y las proporciones que él, el destino, definía como perfectas. Sin saberlo aun, el resto de las circunstancias se sumaron al evento; distancia, tiempo, idioma, interpretación, cultura, costo, técnica, proceso... Y seguro otras cosas más que desconozco. El caso es que mandamos nuestra propuesta, nuestro concepto, idea y metáfora hábilmente sustentada y nos quedamos esperando creyendo que sabríamos lo que obtendríamos y afortunadamente, no fue así. La idea que tuvimos paso durante un año por un fascinante proceso que mezclaba la coherencia y la factibilidad con el reto y la metáfora, la imagen y la idea, con la cultura y la tradición, y la aventura y el arte con la realidad y la viabilidad comercial. El evento como siempre, me enseño muchas cosas de las que  quisiera resaltar el hecho de poder dejar que el destino participe en mi diseño como fiel colaborador de lo que es posible y dejar de creer que como diseñador tengo el poder total sobre la definición de un futuro que al parecer, no nos pertenece del todo.

jueves, 14 de abril de 2011

"Los limites de mi lenguaje significan los limites de mi mundo" Wittgenstein (Una introducción a los Di-Visores, Taller en Expo Habitat 2011)

“La importancia de la palabra en el proceso de diseño”
Pareciera que lo importante en nuestro mundo de diseño son las formas y las imágenes y que las palabras, son de otros ámbitos como el literario, el legal y hasta sicológico. Sin embrago dada la subjetividad de nuestra profesión y la danza de los egos involucrados, el manejo de la palabra y la conversación en nuestra disciplina es clave en el logro del éxito en el proceso de diseño.
Todos como diseñadores hemos vivido situaciones incómodas en el momento de la entrega de los primeros bocetos conceptuales de un producto al cliente. Estamos concentrados explicando las metáforas que dieron vida a la idea y su relación especifica con las emociones que pretendemos detonar por medio de la semántica de las tendencias, las formas, las texturas y los colores, cuando el ingeniero de producción angustiado levanta la mano y pregunta; - ¿pero, cuanto piensas que va a costar cada producto? ¿De cuántas piezas se va a componer?  ¿Cómo se fijará esa tapa? ¿Qué tipo de plástico piensas usar? – Si bien ese comportamiento tiende a desconcentrarnos, porque para nosotros es obvio que no es el momento aún de dichos cuestionamientos, la reacción es totalmente comprensible si pensamos que esta persona no entiende el significado de nuestras palabras y por ende, tratará en todo momento de descifrar el símbolo que se le muestra de acuerdo a lo que conoce.
 “Somos seres simbólicos y por lo tanto, necesitamos de otros seres también simbólicos para compartir ese mundo de símbolos con ellos”, dijo Aristóteles cuando reflexionaba alrededor de la importancia de la palabra como símbolo en la sociedad Ateniense. Sabemos que un símbolo es un elemento que tiene un significado específico que al ser reconocido por la persona, esta es capaz de  distinguir un mensaje. Reconocer un símbolo es entonces una distinción, y quien conozca el significado del mismo, posee el poder, el conocimiento y la trascendencia.
Mundo y distinción.
Los diseñadores, como todas las culturas y las profesiones, vivimos en un mundo de distinciones derivado tanto de nuestra particular formación y el proceso de diseño, como de las técnicas, las formas y las imágenes que frecuentemente utilizamos. Normalmente solemos compartir dichas distinciones con nuestros pares y empleados, quienes nos entienden y retroalimentan, volviéndose el proceso de diseño un proceso común para nosotros y es el hecho de asumir que los clientes que contratan nuestros servicios y los profesionistas con los que trabajamos conocen o deberían conocer y entender esas distinciones lo que frecuentemente provoca situaciones de incomodidad y frustración en nuestro quehacer de diseñadores.
Las distinciones son parte de la profesión y cada profesión pose sus peculiares distinciones. Por ende cada persona y cada profesión es un observador diferente de acuerdo al tipo de distinciones que tiene. Un biólogo por ejemplo distinguirá en un jardín muchas más clases de plantas que un diseñador quien tal vez solo distinguirá a las flores de las plantas y a las trepadoras de los árboles, pero si el biólogo instruye al diseñador, este irá poco a poco aprendiendo y generando las mismas distinciones y en breve, podrá estar teniendo una amena conversación con el biólogo, logrando el entendimiento aunque no, la totalidad del conocimiento. Para los diseñadores, en mayor o menor medida, es una práctica  común hacerse de distinciones, dada la diversidad de proyectos y las problemáticas a las que nos enfrentamos. Cada investigación previa a un nuevo proyecto y el proceso de diseño en sí, es una interesante sesión de aprendizaje de nuevas distinciones, que cierran la brecha de comunicación de nosotros hacia nuestro cliente. Sin embrago muchas veces olvidamos hacer lo mismo, pero en el sentido opuesto, cuando nuestro cliente entra en el “fértil jardín del proceso de diseño” y su vista es incapaz de distinguir y descifrar el fascinante mundo de posibilidades que se encuentra frente a él.
La angustia que vive un cliente o un alumno frente al proceso de diseño tiene un origen claro; a excepción de la profesión del diseño, la mayoría de las profesiones se desarrollan alrededor de procesos que buscan la confiabilidad y certidumbre. De hecho, toda nuestra educación básica se desarrolla alrededor de este tipo de modelos y con esto quiero decir que se enfocan más en la repetición de contenido constante y replicable proveniente del pasado, que en la generación de nuevo conocimiento en la definición del futuro. Esta distinción, la de distinguir un modelo mental basado en la repetición (pensamiento racional) Vs un modelo basado en la generación de opciones nuevas que cumplan con el objetivo (pensamiento de diseño) si bien se escucha sencilla, significa una gran diferencia y representa un gran abismo para aquel que no conoce el proceso de diseño y si a esto le sumamos que para los diseñadores el error es una herramienta de validación y en el modelo racional, éste se pagan con el castigo, el desprestigio y la humillación, podemos entender mas fácil porque el proceso de diseño se vuelve un viacrucis para una persona, que siendo cliente o colaborador, lo enfrente sin las distinciones necesarias, siendo entonces su primera reacción natural, el intentar moverse hacia un terreno confiable y conocido que replique lo ya conocido.
Es la distinción de la palabra y la conversación en el proceso de diseño lo que puede hacer la diferencia en los problemas de comunicación entre diseñadores, clientes y colaboradores. De entrada es muy probable que nuestro cliente no indague de la manera que lo hacemos nosotros para iniciar el proyecto y aunque haya supuesto la necesidad de contratar servicios de diseño, es probable que su problema no sea de diseño, no pueda ser resuelto con el mismo o la solución que espera, no sea ni la mejor ni la mas adecuada. Una persona no puede preguntar sobre algo que ignora y si nosotros, los diseñadores damos por sentado que el puede ver o distinguir lo mismo, o tomamos su solicitud tal cual, lo mas probable es que estemos entrando en un conflicto. Si bien el proceso de diseño es claro y casi intuitivo para los diseñadores, este en su implementación es un proceso confuso, ciclico y llenode incertidumbre.
La transmisión de nuestra idea como diseñadores solo desde la perspectiva de la imagen y el modelo o prototipo tridimensional puede resultar incompleta y confusa si no se estructura una conversación alrededor que atienda las inquietudes de los involucrados. Para comunicar diseño hay que distinguir los juicios de los hechos, las declaraciones de las afirmaciónes y las peticiones de las ideas y las sugerencias. La confusión de estas diferentes formas del habla son las que nos llevan al rompimiento y la distinción de las mismas, las que nos lleva al éxito del proyecto y al a formación de una relación larga y duradera con nuestro cliente.

martes, 12 de abril de 2011

Menos se cuida aquel que vive cuidándose que el que aprende por el descuido.

Esta frase no es de un filósofo en específico, aunque no me sorprendería que ya exista en algún libro, con otras palabras y hasta con otro enfoque. Yo estructure esta frase a partir de una filosofía personal que aplicaba primero en mi fábrica de objetos de Toulouse, luego en mi estudio y ahora en mi nuevo trabajo dentro del ambiente corporativo. Cuando uno inicia una nueva relación humana, lo natural, lo que nos enseñan, es a entrar en ella con desconfianza, con cautela y mucho cuidado, o sea “tienes que andar cuidándote porque uno nunca sabe, lo que te puede pasar” diría mi madre, inclusive cuando lo que te puede pasar es que no te pase nada y, en ese caso, toda tu energía estará siendo porque cuidarse te desgasta, ya sea en tiempo, dinero o emoción. Estar desconfiando cansa y confiar no porque pues simplemente confías y eso quiere decir, que no tienes que preocuparte. Como preocuparse, es ocuparse antes de las cosas, pues también consume tiempo y emoción. Yo prefiero preocuparme de las cosas que quiero hacer y construir y confiar en las relaciones humanas. No quiero decir con esto que así, uno se lanza con todo y con cualquier pelado que se le pone enfrente, no, esto de confiar sin preocuparse es un sutil trabajo que combina apuesta, intuición y sentido común. Por ejemplo, llega un nuevo cliente a tu despacho que por lo general tiene una recomendación. Esto ya te da una pauta de confianza o desconfianza, eso dependerá de él y de ti. Después pláticas y “sientes que sí”, que es alguien en quien confiar, entonces mides tu riesgo para ofrecer desde la confianza algo que no te duela mucho perder, lo cual puede ser tanto monetario como intelectual y ya, te dejas ir con toda la confianza construyendo una oportunidad que ningún deshonesto pudiera dejar pasar, algo así como una trampa, en la que puedes perder la carnada o pescar un gran pez. Si pierdes la carnada, pues ya esta, queda más que probado que el cliente no merecía el desgaste de estarse cuidando todo el tiempo y, si no te la roba, pues podrás ir aumentando el riesgo y  la confianza hasta un nivel tal que te permitirá concentrar toda tu preocupación en la construcción y desarrollo de los proyectos y no en estar cuidándote de alguien que no piensa hacerte daño. Esta estrategia también puede hacerse entrando no desde la confianza, sino desde la humildad, y es como lo aplico en el ambiente corporativo cuando tengo gente a mi cargo. Uno llega como jefe y en lugar de aplicar la autoridad que el puesto le confiere, aplicas la humildad. Habrá quienes desde la humildad te sigan, te ayuden y te apoyen y habrá quienes no puedan soportar la tentación de aprovecharse invalidándote y frenando cualquier iniciativa porque simplemente “no les diste miedo” y para mí, andar dándole miedo a la gente también cansa. De los que no supieron manejar tu humildad, aprendes que solo entienden con órdenes que nacen del poder y el miedo y tristemente no podrás trabajar con ellos porque no hay confianza. En cuanto a los primeros, esos en los que ya confías porque supieron contenerte desde la humildad, puedes estar seguro que serán tus fieles aliados en todos tus proyectos.

lunes, 11 de abril de 2011

La filosofía es ese intentar nadar cuando nos estamos ahogando en la realidad en la que hemos caído. Ortega y Gasset.


He podido vivir del diseño por más de 20 años. Hoy volteo para atrás y veo un largo camino recorrido, que inició con pequeños productos escolares y aventuras en las que era capaz de acomodar una realidad de inexperiencia de manera que reflejase una promesa, un cambio o un beneficio para mi cliente. Luego descubrí que se llamaba seduccion: El arte de hacer evidente que yo sé, tengo o puedo hacer algo que a ti interesa.
Pasar de tener una pequeña y prácticamente desconocida marca de diseño ser Director regional de la marca más grande de electrodomésticos del mundo no puedo decir que haya sido difícil, porque casi puedo decir que fue accidental, pero no fué tampoco ni fácil, ni planeado y una divertida manera que encontré para platicar y si es posible enseñarlo, fue la filosofía.
Estas son una serie de historias, cuentos y reflexiones que parten de una frase filosófica para hacer evidente el paso o superación de un obstáculo y no tienen mayor objetivo que abrir la posibilidad o despertar la ambición de una profesión tan fascinante como subjetiva y abstracta. A nadie le importa tanto el diseño como a los diseñadores y su relación con el arte, la técnica, la sustentabilidad y la sociedad son tan fascinantes que es fácil perderse ante la apasionante sensación que da el poder de la creación, el cambio y la aportación para un mejor futuro que frecuentemente sucumbe ante la realidad económica, tecnológica y sobre todo cultural de nuestro contexto siendo entonces necesario salvarse con el pensamiento y la reflexión que nos proporciona la filosofía.