Seneca es muy claro en esta frase y aparentemente no se necesita mucha reflexión para entenderla, lo cual considero que es una especie de trampa pues si no le piensas y te quedas solo con la interpretación así de por encimita, en primera Seneca no sería filosofo y en segunda resultaría que la frase nos limitaría en lugar de expandir nuestras posibilidades. Por esta razón y para entrar más profundo en este blog dando un giro que nos permita ser más ambiciosos (en el sentido positivo de la palabra) en lugar de quedarnos resignados ante nuestra realidad, quisiera citar a otro filósofo (Wittgenstein) que dijo; “Lo que es pensable es posible”, lo que quiere decir que uno visualiza futuros que aunque parecieran ser realidades imposibles, siempre tienen algo de posible y es por eso que llegan a la mente dentro de un estuche de posibilidad que tiene forma de fantasía, sueño, deseo o visión, dependiendo si anda uno de romántico, cachondo o emprendedor. Por ejemplo no voy andar deseando viajar a otra galaxia o partir al mundo en dos, como podría estar pensando en dar la vuelta al mundo o ganar un concurso o querer poner un restaurant en Playa del Carmen con Penélope Cruz, pues al contrario de los primeros, los segundos son en mayor o menor medida factibles hasta cierto punto y pueden ser catalogados como fantasías, sueños, deseos o visiones. Entonces a lo que me refiero es que las realidades inquebrantables de las que habla Seneca en realidad siempre tienen algo de real pero hay factores que las impiden y eso es lo que las vuelve inquebrantables. Entonces si sabemos que el deseo en cierto punto es posible, es importante entender la naturaleza esos factores que hacen a la realidad inquebrantable y para esto quiero entrar en una distinción que aprendí en el libro de “La ontología del lenguaje” de Rafael Echeverría, a quien he citado en varias ocasiones y que habla de “los modos del habla” que, aunque son varios, yo me centraré en dos que considero importantes. Según el mismo Wittgenstein, nuestras realidades se pueden describir con palabras pero también se pueden construir con las mismas. Rafael Echeverría dice que el primer modo del habla es cuando la palabra es constituida por el mundo y eso me determina una realidad. O sea que la palabra describe una circunstancia que es un hecho y con esto decimos que es el mundo el que construye a la palabra y se le llama “Afirmación”. Por ejemplo la descripción de que sea de día o de noche, que tengamos cierta edad o que seamos hombres o mujeres son hechos de facto que describen nuestra realidad y circunstancia. La segunda forma del habla, es cuando la palabra construye al mundo y esta viene de personas que tienen cierta autoridad en nuestra realidad y que con sus palabras construyen o destruyen nuestras posibilidades. Por ejemplo si un día mi jefe dice “estas despedido”, estas dos simples palabras cambiarán mi vida. Hay muchas declaraciones que nos abren y cierran caminos, siendo las más simples el “Si” o el “No”. Las declaraciones son interesantes porque permiten modificar realidades. Por ejemplo pasar de “estar soltero” a “estar casado” o de estar “libre” a estar “preso” viene tan solo de un “acepto” o de un “culpable” y si quisiéramos regresar necesitaríamos que ciertas autoridades declararan “Se acabo” o “eres libre”. Regresando a Seneca, si entendemos que mi deseo es posible porque es pensable y que la “inquebrantabilidad” de la realidad puede ser detectada y modificada dependiendo si ésta se deriva de una afirmación o una declaración, ya tenemos la frase en cuestión mucho mas desmenuzada como para poder movernos a la ambición en vez de quedarnos en la resignación y con esto quiero decir que las realidades inquebrantables sí pueden quebrarse en algún punto y la frustración podría ser entonces superada.
Para ejemplificar y entrar en nuestro tema quiero tomar la realidad del diseño industrial en México, la cual en mis 20 años de diseño ha ido evolucionando, pero si preguntamos a cualquier diseñador, es un hecho que tenemos aún mucho por hacer. Aunque el tema del diseño se ha ido esparciendo por el mundo latinoamericano, americano, asiático y hasta africano, poco ha faltado para que Europa o Italia en específico pelearan por hacer de él una especie de “denominación de origen”. Basta ponerle a cualquier objeto el atributo de “diseño italiano” para que adquiera otra dimensión y con esto basta decir la reacción de cualquier empresario cuando uno le dice “estudié diseño en Italia”. No quiero entrar en detalle si eso está bien o mal ni mucho menos desmeritar la educación del diseño en México (de la cual fui varios años protagonista) pero hablar de diseño en México a veces lo siento como si un japonés llegara a decirme que es un Mariachi profesional y repito, no es con intención de hacernos menos, solo quiero enfatizar una cuestión de historia y cultura en la que declarar “diseño italiano” o “diseño europeo” pareciera tener mucho más peso que decir “diseño mexicano”. Y podría decir que es culpa de los empresarios aceptar esas declaraciones como validas, pero la verdad es que somos nosotros los diseñadores los primeros en aceptarlas y dejarnos llevar por ellas. Así como hace 500 años los españoles nos conquistaban con espejitos, siento que actualmente nos siguen vendiendo el ideal del diseño con el mismo brillo y los espejitos ahora son grandes eventos como el “100% Design” de Londres o el “Salone Satellite” de la Feria del Mueble de Milán, que no digo que no sean extraordinarios, pero que si se toman como un “Benchmark” resulta bastante ambicioso y peligroso cuando se toma como sistema para replicar aquí. Si hago la suposición que muchos diseñadores soñamos o hemos soñado en poder pertenecer a esos sistemas, puedo suponer también que los sueños pueden ser de dos tipos; el primero, poder vivir allá y formar parte de ese circo y el segundo, poder vivir y ejercer aquí con un circo parecido. El ejemplo primero, podría ser más sencillo pues consiste en encontrar la forma de mover el cuerpecito para Europa y ahí ponerse a romper juicios y declaraciones para poder pertenecer al circo y tal vez la realidad a quebrantar sea ser Mexicano, o no tener los contactos suficientes, o el dinero o el talento, pero en general es posible y he de decir que conozco varios ejemplos de diseñadores que lo han intentado, unos con éxito total, otros con más éxito declarado que real (o sea más ruido que nueces) y otros que han regresado sin haber podido quebrantar su realidad o se han desilusionado de los espejitos cuando los tuvieron en la mano y es por eso que ahora están en México quebrantando otras realidades. El segundo ejemplo, que consiste en las ganas de poder replicar los modelos de exposición y manejo del diseño europeo en México lo encontramos en varios lanzamientos de productos y en la organización de eventos y exposiciones que emulan los modelos europeos pero a escala. De este tipo afortunadamente tenemos cada vez más y su éxito es muy bueno si consideramos la perspectiva de la forma pero no tan buenos si consideramos la perspectiva del fondo pues difícilmente cumplen con las expectativas o estándares económicos con las que cuentan dichos eventos en Europa. Nuestra realidad inquebrantable mexicana tiene hoy muchas afirmaciones que analizar, la más importante (dejando política, educación y seguridad afuera) el hecho de que solo el 2% de la población gana más de 50,000 pesos, y el 50% de la población gana menos 10,000, habiendo cerca de un 20% que vive con menos de $3000 pesos mensuales. Podría también sacar un cálculo de cuantas personas de ese 2% o ese 50% tiene una cultura de diseño o cuantas patentes generamos al año o que tan competentes somos en nuevas tecnologías o que tanto ven las empresas al diseño como una posibilidad mejor que la maquila y así para seguir haciendo la realidad todavía más inquebrantable pero no es la intención de este post ni la solución del problema. Nuestra colisión con la realidad no está en estos números sino en el “Benchmark” o el parámetro de comparación que estamos tomando y que nos ha llevado a hacer un mundo de diseño aislado donde los concursos de diseño solo los vemos los diseñadores y a las exposiciones solo invitamos diseñadores con productos que publican revistas de diseño y que también las compramos los diseñadores para ver que salimos en ellas y saber que nos vieron los demás diseñadores aunque no hayamos vendido uno solo de esos productos o peor, lo vendamos sin ganar nada. Quiero dejar el post hasta aquí para no caer en la trampa de dar soluciones aparentemente obvias a los problemas o ponerme a hacer crítica de lo existente y quiero aclarar que si llego a criticar algo es porque lo he hecho, vivido y creído, lo que viene a ser entonces una crítica a mí mismo. En México estamos haciendo un buen trabajo para quebrantar realidades, pero estoy seguro que si analizamos las afirmaciones de una manera que podamos sacar provecho de ellas, tomamos los parámetros más como informativos que como referentes e involucramos a las personas que tienen autoridad a nuestro alrededor para concebir estrategias más adecuadas que nos permitan modificar nuestras circunstancia, más pronto que temprano estaremos viendo mas diseñadores postrados en la ambición de tener un país mejor y menos frustrados por no lograr emular y lograr obtener fruto de modelos que no tienen referencia con nuestra realidad.
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