domingo, 8 de diciembre de 2013

“Cuando por primera el ángel oyó carcajearse al diablo, este se quedo estupefacto” Milán Kundera


Me parece fascinante el haber descubierto que los pobres ángeles no son capaces de soltarse una gran carcajada así como suelen surgir, o sea, imprudentes, sorpresivas, imprevistas, divertidas y creo que hasta sanas… tal vez los únicos angelitos capaces de carcajearse son los niños, y digo los chiquitos, aunque en el momento de soltarla les llamemos inmediatamente diablillos o un pingos, cuya definición por cierto es, “la persona que le gusta salir y divertirse”.

Sobre esto de los ángeles y la risa Kundera dice:

“Los que conciben al diablo como partidario del mal y al ángel como combatiente del bien, aceptan la demagogia de los ángeles. La cuestión es evidentemente más compleja.
Los ángeles no son partidarios del bien, sino de la creación divina. El diablo es, por el contrario, aquel que le niega al mundo toda significación racional.
La dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos. Sin embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o menos equilibrados. Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir en él.
Las cosas, repentinamente privadas del sentido que se les supone, del lugar que tienen asignado en el pretendido orden del, provocan nuestra risa. La risa pertenece pues, originalmente, al diablo. Hay en ella algo de malicia (las cosas resultan diferentes de lo que pretendían ser), pero también algo de alivio bienhechor (las cosas son más ligeras de lo que parecen, nos permiten vivir más libremente, dejan de oprimirnos con su austera severidad)…”

Hace una semana estaba al lado de un ser extraordinario que, ahora entiendo, es mitad ángel y mitad diablo y creo que es por esta razón, que he llegado a cultivar con él el arte de lo irreverente y por ende de la carcajada. Este ser venia describiéndome el texto de Kundera e inmediatamente conectamos la metáfora con la naturaleza de artistas y diseñadores y de todos aquellos que eventualmente cruzan la línea incierta de la creación en busca de la innovación o sea como diría Kundera en busca de que “las cosas resulten diferentes de lo que pretendían ser”. No quiero hablar estrictamente de felicidad porque eso es mucho compromiso, pero si hablara de libertad, ligereza y disfrute de la irreverencia, o sea de ver que “las cosas son más ligeras de lo que parecen, nos permiten vivir más libremente y dejan de oprimirnos con su austera severidad”, pues es un hecho que mucho tenemos de diablos e independientemente de que tengamos la virtud del balance o equilibrio, la cual confieso, no es nuestra mejor característica, es un hecho que el bien y el mal no lo vemos como entes separados sino mas bien vivimos mezclándolos y confundiéndolos actuando como ángeles y diablos y moviéndonos de la razón a la irreverencia como un acto de creación.

Si buscas el resto del texto, “Las dos risas” del “libro del la risa y el olvido” encontraras la maravillosa narración sobre la reacción del ángel ante la risa del diablo, y esto me hace aún mas sentido cuando recuerdo las veces que he logrado que alguno de mis colegas ingenieros se tenga que reír incómodamente ante la incoherencia de mis planes y mis puntos de vista. Es un hecho que tenemos la capacidad para descomponer la realidad y reinterpretarla y es un hecho también que podemos seducir por medio de lo ilógico y lo bello, por lo que cada vez que logres que un ángel pase de la risa incomoda a la carcajada compartida, lo que realmente habrás logrado será el haber despertado al diablo dentro del ángel y ese sentimiento, que es el sentimiento de la creación y el descubrimiento seguramente lo hará sentir mas feliz y puedo asegurar casi, que te vivirá agradecido.


jueves, 10 de octubre de 2013

“Cuanto mas progresan los comportamientos responsables, mas irresponsabilidad es necesaria” Lipovetsky.


 Recuerdo haber leído hace unos años un pequeño texto de Pablo Fernández Christlieb en el que enfatizaba la presión social sobre la “responsabilidad” y la importancia de “llegar a ser alguien” en la vida, enfatizando la pregunta de como podíamos saber si habíamos llegado o no. En el mismo texto, Pablo distinguía la gran diferencia entre querer “ser” y la ya olvidada costumbre del saber “estar”, disfrutando los momentos “solo así” con una peculiar habilidad para vivir el presente y no gastarse la vida tratando de ser. En lo personal, confieso que me la he pasado en eso del “llegar a ser”, e independientemente de saber si llegue o no, o de que ya me dan ganas de ponerme a “estar”, lo que ahora quiero hacer, mas que definir las formas del éxito, es hablar de la gran protagonista de la lucha por tratar de “ser alguien en la vida”, me refiero a la frustración.

Sueño y frustración vienen juntos y la escuela de la vida nos tiene bien armado el curso para vivirlas, ya que desde pequeños nos somete a la experiencia por medio de partidos de futbol, bolas de helado, álbumes de estampitas, exámenes finales, navidades e invitaciones a fiestas, donde siempre que uno aspiraba a algo y esto no se cumplía, pues venía la frustración bajo lo forma de “injusticia” y, tras algunos partidos perdidos o regalos inesperados siempre nos llegaba el paliativo de la frase, “lo importante es competir”, “esto no esta tan mal” o “ni valía la pena”, cuando la verdad teníamos bien claro que “eso” era algo que queríamos.

Los sueños normalmente se cotizan en “pena” y nos dicen que entre mas pena se sufra, mas vale el sueño. Sueño a costo de pena es la trampa que nos ponemos y esta trampa no es mas que un sutil juego de poder entre el destino y uno mismo y cuando éste nos ve así bien enamorados, pues nos empieza a jugar el juego del miedo y la frustración para cobrarnos la pena hasta dejarnos bien paralizados o hasta hacernos claudicar por temor a sufrir el fracaso. Entre mas me hago responsable de mi sueño, mas énfasis le pongo y mas energías gasto para su logro, mas grande considero que es mi pena y mayores son mis expectativas y por ende mas fuerte es mi miedo y será mi frustración ante el fracaso.

Ganar en un juego de poder es tener la sensación de que se tiene el dominio de algo y quien tiene el dominio es quien tiene la voluntad de elegir ante la otra parte. Por ende un juego de poder se diluye en cuanto perdemos interés ante esa voluntad, o sea que ya no me importa el amor, o el auto nuevo, o el ascenso en el trabajo. Siempre que renunciamos a un deseo, renunciamos a un juego de poder. Cuando asumimos la responsabilidad de nuestro sueño, le damos al futuro el poder y quedamos a su disposición y esa sensación es la que nos desgasta, porque quedamos totalmente supeditados a su voluntad.

Nietzsche dice, “estamos mas enamorados del deseo que del objeto del deseo”, con lo que hace énfasis en el proceso mas que en el logro, en el soñar mas que en el sueño. En la mayoría de los casos los procesos son mas ricos que los objetivos y es en ellos donde encontramos la verdadera satisfacción. Si hacemos conciencia de esto, podemos encontrar que es tan importante poner la meta como recorrer el camino, pero mas disfrutable puede ser el camino que la meta en si. O sea que si “llegar a ser alguien” es nuestro objetivo, lo que mas disfruto es “estar llegando” y puedo restar importancia al ser para enfatizar el estar, podemos restar poder al destino y por ende reducir el miedo a la frustración, al error y con eso, disfrutar a la vez mas el camino o en su caso no sufrir por el incumplimiento del logro.

En resumen, para enfrentar al sueño, tenemos que asumir la responsabilidad del mismo, y entregarnos en la totalidad al deseo de su logro y su realización, pero, como dice Lipovetsky, tenemos que crear en paralelo un mismo sentimiento de total irresponsabilidad y desapego ante el mismo, o sea, que el sueño es realmente lo que mas me importa en la vida, pero a la vez, si no se me cumple, pues realmente no hay problema porque lo que importa es el recorrido. Lo padre es que esta formula funciona con muchas cosas. Ya sea trabajo, aspiración, amor, sociedad etc. Cada vez que me topo con mi sueño agarro y le digo al destino; “Esto es la razón mas importante en mi vida y por tenerlo lo daré todo, pero si tu no quieres dármelo, realmente no importa”, y normalmente, si me lo da…

miércoles, 12 de junio de 2013

“A lo único que tenemos que temer es al temor” Alan De Bottom.



Durante años he pregonado al diseño como una profesión similar a la de James Bond quién con su licencia para matar tiene permiso para todo y de todo ya sea con sus pistolitas, sus Astons Martins y sus mujeres fatales y, aunque nosotros no matamos, si se tiene por sentado que ser diseñador implica tener la libertad para cuestionar lo que nunca se cuestiona y con eso, romper las reglas.

Aunque se tenga licencia, andar así por la vida rompiendo las reglas y cuestionando lo incuestionable no es tan fácil como parece, pues son precisamente las reglas las que nos dan la pauta de los comportamientos y ya sean países, peseros, familia, albercas, ciudades, escuelas, baños o empresas, es entendiendo las reglas como uno determina el comportamiento “correcto” para la aceptación en la tribu y normalmente es cuando uno no las atiende que los problemas y los conflictos surgen y aunque aparentemente las reglas nos limitan, es precisamente dentro de su contexto que encontramos la tranquilidad y lo que a veces parece la paz y la felicidad que algunos andan buscando.

Romper una regla implica una afectación y esta debe de romperse cuando el beneficio esperado para todos es evidente, o cuando en el rompimiento se tiene claro que es la misma regla la que afecta. Romper reglas es quitarle los cimientos a los principios y desnudar a las creencias y eso, a la gente no le gusta, pero la parte que mas angustia es la relación de la regla y el futuro,  pues las reglas son una manera de prever lo que va a pasar y eso a los humanos nos encanta. Romper las reglas es poner al futuro en entredicho, o sea, no saber que es lo que va a pasar y eso a los diseñadores nos encanta, y mas cuando pasa lo que creíamos que iba a pasar y que nunca había pasado. Para un diseñador romper una regla es el primer paso para cambiarlas. No se pueden cambiar reglas que no han sido rotas. Es como si literalmente las rompiéramos para que ya no sirvan y poder así llegar y decir que como ya no sirven las rotas, podemos usar las nuevas.

Cuando hablo de romper reglas, no se trata así de andar de libertino. Esta licencia es una cuestión de libertad pero no de libertinaje y en el rompimiento de las reglas uno debe de hacerse cargo de la gente afectada con una especie de sutileza que mezcla humildad con dignidad e ingenuidad con astucia y el manejo de esta habilidad es directamente proporcional a la dimensión de tu éxito.

Hablando específicamente de la estrategia, la manera mas efectiva de mezclar humildad con dignidad e ingenuidad con astucia es nada menos que la ignorancia y esta a su vez puede venir en dos presentaciones. La ignorancia fingida, o sea, me hago como que no se para dotar de poder a las personas pero sin caer en la hipocresía y la ignorancia autentica, que es la que te sirve para hacer las cosas que nunca harías si tuvieras el conocimiento real de en que te estas metiendo.

 La primera, la ignorancia fingida, no es del todo así, pero si sirve para que aprendas mas de lo que ya sabes pues la gente siempre tendrá mayor disposición con aquel que sabe menos que él que con el que llega tratando de evidenciar que su conocimiento es superior. Entonces cuando llegas así, haciendo gala de tu ignorancia y te pones a hacer tus preguntas estúpidas (que son la única manera de cuestionar lo incuestionable), pues en realidad estas dando al cuestionado un sentimiento de superioridad pero al mismo tiempo lo tienes con todas sus guardias abajo y listo para que tu cuestionamiento le haga dudar si realmente las reglas que se están siguiendo agregan valor o ya están listas para romperse. He de decir que los niños y, en especial mis hijos, son expertos en esto…  La otra estrategia del ignorante fingido y que es buenísima para andar saltándote las reglas, sobre todo esas que no vas a cambiar, pero que de alguna manera frenan tus posibilidades o te quitan tiempo, es el típico “disculpa, es que como soy nuevo no los sabía. No volverá a pasar…” Lo malo de esta, es que mas o menos después de un año ya caduca y deja de tener el mismo efecto, pero para ese tiempo es probable que ya hayas logrado comprobar dos cosas; la primera que cuando te brincas las reglas no solo no haces daño, sino que además generas un beneficio latente, entonces la gente como que te empieza a dar por tu lado, o como se dice “se hace de la vista gorda” y la segunda, el hecho de que empieza a volverse una regla que tu licencia para romperlas es valida y por ende, tu por ser diseñador, si tienes el derecho.

El segundo caso, el de ignorancia auténtica, es como una especie de anestesia, y es gracias a ella que no te das cuenta en lo que te estas metiendo, hasta que desarrollas ciertas habilidades y distinciones que te permiten ver lo que esta sucediendo y en ese momento arremeter y arreglar todo y que si de entrada hubieras sabido lo que implicaba, jamás te hubieras atrevido a hacerlo. Esta me ha hecho crecer mucho, pero tiene el riesgo de que si no logras desarrollar dichas habilidades, puedes terminar metido en problemas, cosa que también me ha pasado.

Yo solía sentir temor por romper las reglas,  ser humilde y aparentar ser ignorante. Sin embargo, en mi carrera profesional son actitudes que me han permitido crecer, abrir puertas y lograr lo que he logrado. No hay que temer al cambio, al rompimiento, a la humildad y a la ignorancia. A lo único que hay que temer es al temor que ellas mismas nos generan. 

domingo, 12 de mayo de 2013

"Es preferible vivir con el riesgo de estar equivocado pero enamorado, que vivir con certeza sin amar" Blaisse Pascal


La frase que titula el post me la encontré en un pequeño libro que me regalaron en un momento de mi vida en el que no existió ni futuro, ni verdad, ni razón, una etapa en la que solo la fe importaba y que haciendo hoy conciencia, es uno de los momentos en los que mayor incertidumbre tuve, mas frustración sufrí y contradictoriamente, mas feliz me he sentido y este descubrimiento es el que hoy me hace escribir y compartir este post.

La búsqueda de la verdad pareciera ser un motor cotidiano de nuestra vida. Constantemente estamos pensando en cuales serán las causas verdaderas de actos, acciones, comportamientos y sentimientos y, su evaluación o juicio, es un ejercicio inconscientemente implícito en nuestro diario razonar, asumiendo que saber o conocer la verdad siempre será lo mejor. Seria estúpido por ejemplo, tratar de entender si la gente prefiere verdad y certeza contra error, mentira o engaño, porque es evidente que responderían siempre favorablemente sobre las primeras.

No tengo el dato exacto, pero se que un gran porcentaje de los habitantes del mundo creen en un dios, sino es que la mayoría. De esos, habrá quienes han decidido extraer a la religión de ese pensamiento, como yo y habrá quien lo venera bajo un dogma especifico. El caso es que la mayoría de los habitantes de este mundo cree en un dios y si yo hiciera una encuesta sobre cuantas personas en este mundo lo han visto o cuantas tienen evidencias de su existencia, los números seguramente me arrojarían que desde la perspectiva racional y comprobable que dios no existe.  Entonces, resulta que prácticamente la totalidad de la humanidad vive bajo un hecho que podría ser argumentado como dudoso o falso y eso me sorprende... Este concepto lo argumenta  Nietzsche de la siguiente manera:

“What in us really wants “truth”?... We ask the value of this… why not rather untruth? And uncertainty? Even ignorance?... The falseness of a judgment is not necessarily an objection to it… the question is to what extent it is life-advancing and our fundamental tendency is to assert that the falsest judgments are the more indispensable to us, that to renounce false judgments would be to renounce life, would be to deny life.”

Mucha de la esencia de nuestra existencia esta basada en algo que podría ser argumentado como falso  y existen ocasiones en que este tipo de pensamientos es mas importante para vivir, que la verdad misma o que lo que se presume como aparentemente verdadero.

Por otro lado Pascal también dice; “Lovers cannot remain philosophers for so long, they should give way to the religious impulse which is to believe and have faith…”

Existe entonces una relación entre la filosofía como la parte racional del pensamiento, de generación de verdad y entendimiento y la parte del amor, como parte de pasión,  creencia y fe que nos permite poder seguir adelante. El equilibrio entre ambas o la utilización de la primera para explicar o justificar la segunda, es un ejercicio que tiene implícita la formula para la existencia, trascendencia y logros de los pintores, los músicos, los fotógrafos, los artistas, los cantantes y por supuesto los diseñadores. Nos argumentamos desde la primera porque debemos de vivir y creer desde la segunda simplemente porque nuestras disciplinas van mas conectadas con el corazón que con la mente.

Cuando me toca hablar sobre diseño e innovación en algún foro, tengo en una de mis pantallas una foto de la película de “Wall-e” que sale con Eva (los dos robots) y en ambos se aprecia una mirada de amor que representa precisamente el eje de la película y normalmente ante mi pregunta de “¿quien vio Wall-e?” puedo escuchar en la audiencia un suspiro de ternura y satisfacción y la reflexión que hago con el publico alrededor de la imagen la baso precisamente en el cuestionamiento de sus sentimientos.  “¿Señores, porque suspiran? ¿qué no saben que los protagonistas de la película, en caso de existir por supuesto, solo serían un paquete de pedazos de plástico, leds, circuitos integrados, sensores y pilas? Siento ser yo quién se los dice y siento mucho también decepcionarlos,  pero los robots no sienten. Ellos no pueden estar enamorados”

Lo que realmente sucede, es que así como en la religión y en el cine, la mente le permite al corazón dominar porque sabe que así estará mejor y podrá ser mas feliz. En resumen, la mente nos permite engañarnos en pro de sentir felicidad. En el diseño, los diseñadores debemos de aprender a generar lo que yo llamo “el efecto Wall-e”. Debemos de aprender a generar una historia tal que como en la religión y en el amor,  la gente involucrada se de permiso de engañarse conscientemente a si misma y perseguir con nosotros la visión de un futuro mejor o un final feliz inclusive sabiendo que existe la remota posibilidad de que estemos totalmente equivocados.

Así es el amor, así es el arte, así es el diseño…

sábado, 26 de enero de 2013

“Yo se quién soy” Don Quijote.


Andamos por esta vida buscando lo mejor para nosotros y supongo que, entre otras cosas, lo hacemos para “ser” y para “estar” mejor. La vida esta compuesta de decisiones y tomar una decisión a fin de cuentas es poner las cosas sobre una balanza. O sea que las balanzas en la vida mas que medir, son para tomar decisiones en base a una comparación o como también se dice, sopesar, que es cuando uno le hace de balanza imaginándose una cosa en la mano izquierda y otra cosa en la derecha para ver cual “pesa” mas, siendo por supuesto los sinónimos de “peso”; la importancia, la trascendencia, la conveniencia y el beneficio. Cuando la balanza no es capaz de notar las diferencias, o pareciera no inclinarse, es cuando la duda nace quitando el espacio que hasta ese momento la verdad ocupaba. La balanza se vuelve una cuestión de percepción cuando el peso no es peso y la balanza no es balanza, y es por eso que frecuentemente la duda tiene el camino fácil para “sembrarse” haciendo aún mas difícil de percibir la diferencia de peso entre la izquierda y la derecha o a fin de cuentas entre lo bueno y lo malo. La duda se siembra, porque efectivamente es como una semilla que entra fácil y crece dentro.  Duda y cuestionamiento vienen juntos. Digamos que el cuestionamiento es el encargado de sembrar las semillas de la duda para que crezcan, nazcan y den su fruto en forma de verdades que generan avance y crecimiento. Pero cuando la semilla se siembra y la balanza no es lo suficientemente precisa, la duda se instala y te desgasta, te consume y te merma una cosa que se llama confianza. La duda entonces puede ser el promotor de la confianza cuando sirve para que nazca una verdad nueva o puede ser una fuga de energía y un lastre cuando se queda varada moviendo la balanza de un lado para el otro rompiendo en pedacitos a la confianza. La duda y la desconfianza todo lo rompen.

La duda siempre existe en mayor o menor nivel, pues afortunadamente a partir de que hay futuro, hay duda, y como lo comenté, es el motor de nuestro avance. Sin embargo hay dos causas por las cuales la duda a veces duele. La primera es cuando la duda te hace que dudes de ti. Duda sobre quien eres, duda sobre si puedes o duda sobre, precisamente el haber tomado la decisión correcta, que es como una duda al cuadrado. En realidad estos dos ejemplos van conectados, si hay duda sobre ti, habrá duda sobre tu decisión. En la cadena de platicas que me eche el semestre pasado, me hicieron la pregunta; ¿qué es lo mas difícil que te ha tocado vivir? y sin pretender replicar mi respuesta, o mas bien la anécdota de mi respuesta, en conclusión lo que conteste es que los momentos difíciles son cuando se me “siembra” la duda y no soy capaz de creer en mi.
Las dudas se resuelven con dos cosas, con hechos y con creencias. Los hechos no tienen ningún problema, pero las creencias si. Cuando hablamos de religión, política y eso, son como creencias adoptadas a las que nos sumamos o no y eso nos configura. Educación, religión, matrimonio, ética, principios y profesión son un paro porque evitan el cuestionamiento sobre nosotros, nos dicen que y quienes somos y como comportarnos. O sea que son como insecticidas o vacunas o como una especie de anticonceptivos para que no nos crezcan las dudas dentro y que cada vez que alguien o algo nos cuestione o nos haga dudar, pues tengamos argumentos o mediciones en nuestra balanza para inclinarse sin problema hacia el bien o la verdad.
Cuando cuestionamos estos modelos y vemos que la balanza se inclina para otro lado y no para el que los modelos dictan nace la duda acompañada de miedo, el miedo de romper los modelos y por ende de abrir posibilidades a futuro que no estaban en nuestros planes. Mucha gente no cuestiona, no duda y por ende nunca cambia.

Cuando hablamos de diseño, innovación y arte, siempre estamos hablando de cuestionar modelos. O sea que nuestra creencia es creer mas en nosotros que en los que creen en los modelos. Diseñar e innovar es cuestionar los modelos para, con argumentos, inclinar las balanzas al lado opuesto a donde los modelos dictan y eso es sembrar dudas en los clientes, los compañeros de trabajo y porque no los jefes. Estas dudas, generan escenarios inciertos donde se pone en riesgo todo y todos y, la única manera de contener el crecimiento de la duda en los demás, es no permitiendo que la duda crezca en nosotros y el único modelo que impide eso es el modelo de confianza en ti. Aunque haya duda, debes de escoger un lado de la balanza. Puesto que no hay balanza perfecta, si observamos bien, sentimos y quitamos toda la paja, siempre la balanza se inclinará mas a un lado que al otro. Siente, observa, decide y ten fe en que esa es la decisión correcta. Si la duda se da cuenta de que dudas, ya perdiste.

En el diseño, como en toda nuestra vida, saber quién eres, como Don Quijote, es saber que quieres. Es preferible creer en algo para avanzar aunque después descubras que estabas equivocado que quedarse paralizado ante la duda. Afortunadamente en lo que llevo de vida, puedo decir que nunca me he equivocado y esto lo puedo decir porque la definición de lo que significa equivocarse también esta en mi. En el pasaje de Don Quijote el comenta; "Yo sé quién soy y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama”. O sea que en realidad, Don Quijote puede saber quién es porque puede ser quién el quiera. Es suficiente saber que se quiere para saber quién se es, y para saber que se quiere, es suficiente sentir la balanza, así en silencio, sin insecticidas ni anticonceptivos. Ahí podrás sentir miedo si, y podrás decidir, pero sentir miedo no tiene nada que ver con dudar de ti.