Andamos por
esta vida buscando lo mejor para nosotros y supongo que, entre otras cosas, lo
hacemos para “ser” y para “estar” mejor. La vida esta compuesta de decisiones y
tomar una decisión a fin de cuentas es poner las cosas sobre una balanza. O sea
que las balanzas en la vida mas que medir, son para tomar decisiones en base a
una comparación o como también se dice, sopesar, que es cuando uno le hace de
balanza imaginándose una cosa en la mano izquierda y otra cosa en la derecha para
ver cual “pesa” mas, siendo por supuesto los sinónimos de “peso”; la importancia,
la trascendencia, la conveniencia y el beneficio. Cuando la balanza no es capaz
de notar las diferencias, o pareciera no inclinarse, es cuando la duda nace quitando
el espacio que hasta ese momento la verdad ocupaba. La balanza se vuelve una
cuestión de percepción cuando el peso no es peso y la balanza no es balanza, y
es por eso que frecuentemente la duda tiene el camino fácil para “sembrarse”
haciendo aún mas difícil de percibir la diferencia de peso entre la izquierda y
la derecha o a fin de cuentas entre lo bueno y lo malo. La duda se siembra,
porque efectivamente es como una semilla que entra fácil y crece dentro. Duda y cuestionamiento vienen juntos. Digamos
que el cuestionamiento es el encargado de sembrar las semillas de la duda para
que crezcan, nazcan y den su fruto en forma de verdades que generan avance y
crecimiento. Pero cuando la semilla se siembra y la balanza no es lo
suficientemente precisa, la duda se instala y te desgasta, te consume y te merma
una cosa que se llama confianza. La duda entonces puede ser el promotor de la
confianza cuando sirve para que nazca una verdad nueva o puede ser una fuga de
energía y un lastre cuando se queda varada moviendo la balanza de un lado para el
otro rompiendo en pedacitos a la confianza. La duda y la desconfianza todo lo rompen.
La duda
siempre existe en mayor o menor nivel, pues afortunadamente a partir de que hay
futuro, hay duda, y como lo comenté, es el motor de nuestro avance. Sin embargo
hay dos causas por las cuales la duda a veces duele. La primera es cuando la
duda te hace que dudes de ti. Duda sobre quien eres, duda sobre si puedes o
duda sobre, precisamente el haber tomado la decisión correcta, que es como una
duda al cuadrado. En realidad estos dos ejemplos van conectados, si hay duda
sobre ti, habrá duda sobre tu decisión. En la cadena de platicas que me eche el
semestre pasado, me hicieron la pregunta; ¿qué es lo mas difícil que te ha
tocado vivir? y sin pretender replicar mi respuesta, o mas bien la anécdota de
mi respuesta, en conclusión lo que conteste es que los momentos difíciles son
cuando se me “siembra” la duda y no soy capaz de creer en mi.
Las dudas
se resuelven con dos cosas, con hechos y con creencias. Los hechos no tienen
ningún problema, pero las creencias si. Cuando hablamos de religión, política y
eso, son como creencias adoptadas a las que nos sumamos o no y eso nos
configura. Educación, religión, matrimonio, ética, principios y profesión son
un paro porque evitan el cuestionamiento sobre nosotros, nos dicen que y
quienes somos y como comportarnos. O sea que son como insecticidas o vacunas o como
una especie de anticonceptivos para que no nos crezcan las dudas dentro y que cada
vez que alguien o algo nos cuestione o nos haga dudar, pues tengamos argumentos
o mediciones en nuestra balanza para inclinarse sin problema hacia el bien o la
verdad.
Cuando
cuestionamos estos modelos y vemos que la balanza se inclina para otro lado y
no para el que los modelos dictan nace la duda acompañada de miedo, el miedo de
romper los modelos y por ende de abrir posibilidades a futuro que no estaban en
nuestros planes. Mucha gente no cuestiona, no duda y por ende nunca cambia.
Cuando
hablamos de diseño, innovación y arte, siempre estamos hablando de cuestionar
modelos. O sea que nuestra creencia es creer mas en nosotros que en los que
creen en los modelos. Diseñar e innovar es cuestionar los modelos para, con
argumentos, inclinar las balanzas al lado opuesto a donde los modelos dictan y
eso es sembrar dudas en los clientes, los compañeros de trabajo y porque no los
jefes. Estas dudas, generan escenarios inciertos donde se pone en riesgo todo y
todos y, la única manera de contener el crecimiento de la duda en los demás, es
no permitiendo que la duda crezca en nosotros y el único modelo que impide eso
es el modelo de confianza en ti. Aunque haya duda, debes de escoger un lado de
la balanza. Puesto que no hay balanza perfecta, si observamos bien, sentimos y
quitamos toda la paja, siempre la balanza se inclinará mas a un lado que al
otro. Siente, observa, decide y ten fe en que esa es la decisión correcta. Si
la duda se da cuenta de que dudas, ya perdiste.
En el diseño,
como en toda nuestra vida, saber quién eres, como Don Quijote, es saber que
quieres. Es preferible creer en algo para avanzar aunque después descubras que estabas
equivocado que quedarse paralizado ante la duda. Afortunadamente en lo que
llevo de vida, puedo decir que nunca me he equivocado y esto lo puedo decir
porque la definición de lo que significa equivocarse también esta en mi. En el
pasaje de Don Quijote el comenta; "Yo sé quién soy y
sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de
Francia, y aun todos los nueve de la Fama”. O sea que en realidad, Don Quijote
puede saber quién es porque puede ser quién el quiera. Es suficiente saber que
se quiere para saber quién se es, y para saber que se quiere, es suficiente
sentir la balanza, así en silencio, sin insecticidas ni anticonceptivos. Ahí
podrás sentir miedo si, y podrás decidir, pero sentir miedo no tiene nada que
ver con dudar de ti.