La frase que titula el post me la encontré en un pequeño
libro que me regalaron en un momento de mi vida en el que no existió ni futuro,
ni verdad, ni razón, una etapa en la que solo la fe importaba y que haciendo
hoy conciencia, es uno de los momentos en los que mayor incertidumbre tuve, mas
frustración sufrí y contradictoriamente, mas feliz me he sentido y este
descubrimiento es el que hoy me hace escribir y compartir este post.
La búsqueda de la verdad pareciera ser un motor cotidiano de
nuestra vida. Constantemente estamos pensando en cuales serán las causas verdaderas
de actos, acciones, comportamientos y sentimientos y, su evaluación o juicio,
es un ejercicio inconscientemente implícito en nuestro diario razonar,
asumiendo que saber o conocer la verdad siempre será lo mejor. Seria estúpido
por ejemplo, tratar de entender si la gente prefiere verdad y certeza contra
error, mentira o engaño, porque es evidente que responderían siempre favorablemente
sobre las primeras.
No tengo el dato exacto, pero se que un gran porcentaje de
los habitantes del mundo creen en un dios, sino es que la mayoría. De esos,
habrá quienes han decidido extraer a la religión de ese pensamiento, como yo y
habrá quien lo venera bajo un dogma especifico. El caso es que la mayoría de
los habitantes de este mundo cree en un dios y si yo hiciera una encuesta sobre
cuantas personas en este mundo lo han visto o cuantas tienen evidencias de su
existencia, los números seguramente me arrojarían que desde la perspectiva
racional y comprobable que dios no existe.
Entonces, resulta que prácticamente la totalidad de la humanidad vive
bajo un hecho que podría ser argumentado como dudoso o falso y eso me sorprende...
Este concepto lo argumenta Nietzsche de
la siguiente manera:
“What in us really wants “truth”?... We ask the
value of this… why not rather untruth? And uncertainty? Even ignorance?... The
falseness of a judgment is not necessarily an objection to it… the question is
to what extent it is life-advancing and our fundamental tendency is to assert
that the falsest judgments are the more indispensable to us, that to renounce
false judgments would be to renounce life, would be to deny life.”
Mucha de la esencia de nuestra existencia esta basada en
algo que podría ser argumentado como falso y existen ocasiones en que este tipo de
pensamientos es mas importante para vivir, que la verdad misma o que lo que se
presume como aparentemente verdadero.
Por otro lado Pascal también dice; “Lovers cannot remain
philosophers for so long, they should give way to the religious impulse which
is to believe and have faith…”
Existe entonces una relación entre la filosofía como la parte
racional del pensamiento, de generación de verdad y entendimiento y la parte
del amor, como parte de pasión, creencia
y fe que nos permite poder seguir adelante. El equilibrio entre ambas o la
utilización de la primera para explicar o justificar la segunda, es un
ejercicio que tiene implícita la formula para la existencia, trascendencia y
logros de los pintores, los músicos, los fotógrafos, los artistas, los
cantantes y por supuesto los diseñadores. Nos argumentamos desde la primera
porque debemos de vivir y creer desde la segunda simplemente porque nuestras
disciplinas van mas conectadas con el corazón que con la mente.
Cuando me toca hablar sobre diseño e innovación en algún
foro, tengo en una de mis pantallas una foto de la película de “Wall-e” que
sale con Eva (los dos robots) y en ambos se aprecia una mirada de amor que
representa precisamente el eje de la película y normalmente ante mi pregunta de
“¿quien vio Wall-e?” puedo escuchar en la audiencia un suspiro de ternura y
satisfacción y la reflexión que hago con el publico alrededor de la imagen la
baso precisamente en el cuestionamiento de sus sentimientos. “¿Señores,
porque suspiran? ¿qué no saben que los protagonistas de la película, en caso de
existir por supuesto, solo serían un paquete de pedazos de plástico, leds,
circuitos integrados, sensores y pilas? Siento ser yo quién se los dice y siento
mucho también decepcionarlos, pero los
robots no sienten. Ellos no pueden estar enamorados”
Lo que realmente sucede, es que así como en la religión y en
el cine, la mente le permite al corazón dominar porque sabe que así estará
mejor y podrá ser mas feliz. En resumen, la mente nos permite engañarnos en pro
de sentir felicidad. En el diseño, los diseñadores debemos de aprender a
generar lo que yo llamo “el efecto Wall-e”. Debemos de aprender a generar una
historia tal que como en la religión y en el amor, la gente involucrada se de permiso de engañarse
conscientemente a si misma y perseguir con nosotros la visión de un futuro
mejor o un final feliz inclusive sabiendo que existe la remota posibilidad de
que estemos totalmente equivocados.
Así es el amor, así es el arte, así es el diseño…
Con mucha razón hace un puntual análisis de como los diseñadores siendo seres absolutamente sensibles deben permitirse ser dominados por su corazón aunque sepan que están equivocados y a la vez utilizar su cabeza sólo como una herramienta. me encantó felicidades
ResponderEliminarJorge,
ResponderEliminarMe haces recordar algo que alguna vez escuche. Si la verdad me va a hacer infeliz ¿Para qué quiero saberla?
Saludos,
Eloy López
Me tocó asistir una de tus ponencias en la UAM-X. Desde entonces sigo tu blog. Espero nunca pierdas el interés en esta sitio.
ResponderEliminarSaludos!